Cuento - El gusano y el genio
Un gusano triste y deprimido por lo que era, un gusano, se arrastraba por un desierto castigado por el sol. Trataba de moverse rápido, porque la arena empezaba a abrasarle el cuerpo. En el colmo de su mala suerte, mientras se hallaba en una jugosa planta de un oasis próximo y del cual nunca se movía (¿para qué?) un pájaro arranco parte de esta, de modo que se lo llevó a él por el aire. Atinó a soltarse para no acabar en algún nido, pero su caída lo condujo lejos del oasis, asi que ahora regresaba con prisa antes de que fuera demasiado tarde.
Mientras el pobre gusano corría desesperado, notó que algo sobresalía levemente en la arena. Algo con un orificio en la entrada. Primero pensó que se trataba de una oquedad para refugiarse, pero al introducir la cabeza por el agujero, comprendió que aquello era un ánfora. Y entró.
El ánfora era muy grande, pero cuál no sería la sorpresa del gusano cuando, en su interior, alegremente cantarín, se encontró con un ser no mucho mayor que él, tumbado sobre el fondo.
El gusano se quedó boquiabierto.
–¿Quién eres tú?
– ¿Yo? – respondió el extraño ser–. Pues un genio– ¡Soy el genio del ánfora! ¿No has oído hablar de mí?
–No – respondió el gusano–. ¿Vives aquí adentro?
–¡Claro, vivo aquí dentro! ¡Se está muy bien, soy feliz!
¡Estás solo unas vacaciones!
–Vaya.
–Oye, amigo, me has caído muy simpático, ¿sabes? Te concedo tres deseos. Los genios hacemos siempre eso. Así que, adelante, pide lo que quieras.
El gusano lo pensó un instante. “¿Tres deseos?”
–Quiero dejar de ser un gusano. Quiero ser… una enorme y hermosa mariposa.
Y al instante se vio convertido en lo que deseaba ser: una enorme y hermosa mariposa.
El gusano, ahora mariposa, echó a volar feliz.
Pero entonces se dio cuenta que no podía pasar a través del agujero del ánfora. Era demasiado grande.
–Genio –dijo–. Tendré que ser mas pequeña si quiero salir, ¿no crees?
–¡Segundo deseo marchando! –cantó el genio.
El gusano, ahora mariposa, quedo convertido en polilla. Y podía salir por el agujero, pero estaba peor que siendo un gusano. Era ridículo. Una polilla insignificante y enana.
–Si salgo de aquí, moriré quemado por cualquier luz. Y además, me siento horrible. ¿Qué puedo hacer? –se lamentó.
–Vuelve a ser un gusano –le propuso el genio.
–De acuerdo –se resigno la polilla que antes había sido una mariposa que antes había sido un gusano.
Y el genio la transformo en lo que era al comienzo.
–Tus tres deseos han sido satisfechos. Ya puedes irte. Vuelve cuando quieras.
El gusano reptó hacia la salida sintiéndose un poco ingenuo.
¡El genio le había tomado los escasos pelines de su cabeza!
Se asomó por el agujero y pensó en volver a entrar y pedir otros deseos, ahora mucho mas inteligentes.
No lo hizo.
Continúo reptando hacia el oasis antes de que el sol calentará aun con mas fuerza.
–Cuidado con lo que deseas –se dijo a si mismo, porque puedes conseguirlo.
Jordi Sierra I Frabra (Adaptación)